viernes, 4 de enero de 2013

El Minotauro sale a fumar un cigarrillo - Steven Sherrill

 La historia es más o menos así: El Minotauro sobrevive al laberinto, Teseo, etc., aunque no dice cómo. Tampoco dice cómo ni por qué escapa del Laberinto. El tema es que llega hasta nuestros días, trabajando como cocinero en un restaurant de ruta, al sur de Estados Unidos. La gente le perdió el miedo y, en general, olvidó de lo que es capaz. Ahora se mueve por el mundo manso, rodeado de las burlas de los demás. Nada está pensado para su anatomía, por lo que sufre infinidad de accidentes domésticos y de trabajo. Todo esto, sumado a su incapacidad para hablar correctamente y para pasar desapercibido, lo vuelven un inadaptado constante.Aún así, es solidario con quienes lo requieren, ayudando a los vecinos de la formación de casillas rodantes en donde vive, demostrando una gran habilidad como mecánico y cocinero. En definitiva, la historia de un ser mitológico al que los años lo volvieron melancólico y sumiso, que intenta ser uno más de la sociedad y fracasa en ese intento.
Empecé a leer este libro de Steven Sherrill (?) sin mayores espectativas y me terminó atrapando. El personaje o, mejor dicho, la vinculación emotiva que se establece con el personaje es lo que más me atrapó. Dicen que eso no es de buen lector, pero en todo caso el libro no tiene la culpa. Recomendable.

"El Minotauro está sentado en un cubo vacío de encurtidos, exhalando humo a través de sus bovinas fosas nasales. Está sentado cerca del contenedor de basura que hay en el muelle de la cocina de La Costilla de Grub, fumando y observando como JoeJoe, el lavaplatos, bailotea sobre la estrecha franja de asfalto cuarteado que se extiende tres peldaños más abajo del muelle, recorre toda la parte trasera del edificioa y se detiene bruscamente en el descuidado talud, repleto de matas de extramonio, madreselvas y pinos enclenque, que conduce a la carretera interestatal. Hace calor y, a través del aire húmedo y de las copas de los árboles, el Minotauro solo puede ver un trozo del tablero indicador del restaurante: "Próxima salida". Al Minotauro no le gusta fumar pero fuma de todas formas, y fuma mentolados porque le gustan menos, mientras JoeJoe baila a los sones preñados de interferencias de la música que brota atronadora desde el gran altavoz que tiene a sus pies y que se impone sobre el sonido del extractor que cuelga sobre sus cabezas y del tráfico incesante de la autopista de más abajo. Afuera hace tanto calor como en la cocina. El rostro y los brazos negros de JoeJoe sobresalen de su manchado uniforme blanc, agitándose y retorciéndose a ritmo furioso. Su piel de chocolate brilla de sudor. Los peldaños, el muelle de carga, el contenedor de basura abierto como una boca muda de metal, el mismo suelo, hasta las matas y los arbustos tienen una capa de grasa permanente, de grasa animal salpicada o escupida a través del extractor año tras año. Todo apesta. Todo es resbaladizo y difícil de asir. Pero es como el calor: llegamos a acostumbrarnos.
- ¡Pedido! - oye el Minotauro a través del altavoz colgado en la cara interior de la puerta de la cocina.
Es Ariadna; ella es la única que grita así..."